Soy Tannia Rojas, vengo de la comunidad de San Isidro, cantón y parroquia Pujilí, provincia de Cotopaxi. Estoy vinculada a la Fundación Swissaid.
¿Cómo están viviendo la pandemia del coronavirus en tu territorio?
Hemos sentido temor en la comunidad. Inicialmente pensamos que el virus no iba a llegar a Pujilí, pero ahora ya tenemos varios casos. Incluso hay muertos en Cotopaxi. Hay temor de que las personas de afuera o personas que migraron, vengan con el virus a la comunidad. Se han tomado varias acciones para evitarlo. En reunión del cabildo ampliado, los directivos decidieron cerrar la entrada a la comunidad. Se controla la entrada con la guardia comunitaria y se fumiga con cloro a los vehículos que hayan salido.
En la comunidad hay producción, gracias a que contamos con sistema de riego. Se produce hortalizas, tomate, pasto, leche, etc. Entonces es un punto al que acuden otras comunidades y barrios en busca de alimentos frescos. Se ha proveído a muchas familias y no se ha sentido desabastecimiento de productos frescos dentro de la comunidad. Sin embargo, ha sido un poco complicado con productos de primera necesidad, como sal, azúcar y el gas. Pero la directiva coordina adecuadamente para que las tiendas comunitarias puedan abastecerse.
Me puedes contar sobre los territorios en los que laboras y tienes contacto con compañeras y compañeros ¿qué te han comentado que está sucediendo en relación a la producción y a la comercialización?
Por nuestra vinculación a la fundación Swissaid, tenemos contacto con los compañeros de Guaranda, Pelileo, Patate, Chimborazo y Cotopaxi. El temor que tienen las comunidades es por la migración. Hay muchos padres de familia que están fuera, hombres y mujeres, y por la emergencia les tocó quedarse en otras provincias. Por ejemplo, en el caso de personas de Chimborazo, algunos están en Guayaquil. El miedo es que los que están regresando vengan con el virus. Nos contaban que algunos han regresado pero hicieron la cuarentena de los quince días dentro del hogar.
Un compañero de Alausí nos comentó que no hay presencia de autoridades del Estado. Nadie ha visitado el centro de salud, no les han dado ningún tipo de información y peor algún material de protección. Hace mucha falta la comunicación, porque muchas familias no tienen acceso más que a una radio. En el caso de Patate, se cerró todo el cantón y se está comercializando los productos internamente. Pelileo, ha sido un ejemplo para muchos cantones. Ellos están comercializando los productos en el estadio, de una forma segura y respetando las distancias, con todos los protocolos.
¿Cómo han sido tomadas las medidas de estado de excepción y toque de queda?
Estamos en el campo, entonces los días son normales, seguimos trabajando. Considero que los más afectados son los compañeros de la ciudad. En las comunidades tenemos terrenos y bastante espacio por donde caminamos; a diferencia de la ciudad, seguimos con nuestro diario vivir. También sucede que no se están llevado muchos productos del campo a la ciudad. El riesgo es grande, que esta pandemia se disperse a las comunidades y que se vuelva incontrolable. Muchas comunidades no están informadas de la magnitud o de los riesgos que esta representa. En algunos lugares el toque de queda ha sido asumido drásticamente y está dando resultados.
En relación a los intercambios de productos, las experiencias que conozcas ¿qué estrategias han encontrado?
Vemos que los precios del tomate y otros productos han incrementado en Guayaquil. Hay especulación. Pero el productor sigue sacando su producto súper barato o a precio normal de feria. Entonces es importante el encuentro directo con los campesinos, el encuentro campo-ciudad para así evitar la especulación. Las personas del campo estamos entregando a precios normales, según lo establecido. Debemos hacer un llamado a los intermediarios para que no se aprovechen de este momento delicado cuando falta la alimentación. La experiencia que tenemos en la comunidad es el intercambio de productos. Tuvimos un encuentro pequeño de intercambio por medio del trueque o de compra y venta.
Hay otras experiencias. En Pelileo, las compañeras tienen la feria “De la mata a la olla”, donde están haciendo canastas y entregándose a domicilio en coordinación con la Municipalidad. Con todas las medidas de seguridad se hacen intercambios de vecino a vecino. De esta manera se abastece la canasta básica para la feria. El intercambio es una práctica ancestral que aparece nuevamente, al igual que durante el paro de octubre, cuando muchos no tenían, pero en la comunidad todos intercambian y así no se desabastecen las familias.
Dadas las experiencias de intercambio durante la pandemia ¿Crees que se ha revalorizado el campo?
Estoy segura que sí. Empezando por uno mismo. Desde que éramos jóvenes, en las comunidades pensábamos que migrar a la ciudad era mejor. Pero creo que ahora nos hemos dado cuenta que en el campo está la vida. Esperamos que también haya concientización en las ciudades. Que vean que sin el campo, sin la producción de los campesinos quienes han sido y son minimizados y desvalorados, no se puede tener vida en la ciudad.
El dinero no sirve cuando enfrentamos estos peligros. Entonces creo que estas nuevas formas de comercializar y de intercambio, han hecho que tengamos una nueva visión; más solidaria. El dinero ha quedado en un segundo plano. Lo importante es alimentarse, estar bien, tener salud. Es una oportunidad para vernos como seres humanos y valorar las cosas esenciales de la vida. No ser tan materialistas y egocéntricos. Nos creemos una especie superior, esta emergencia nos demuestra que somos seres tan frágiles como cualquier otra especie.
¿Qué crees que hace falta hacer en medio de la crisis del Coronavirus?
Mejorar la entrega de información en las comunidades. Comunicar sobre lo que está pasando en realidad y lo que representa el coronavirus, porque en las comunidades no se conoce el 100% el alcance de esta pandemia. Visibilizar las cosas buenas que pasan también, como el trueque y el compartir de las comunidades. Mostrar que la solidaridad existe. Es necesario armar una estrategia para diversificar la producción y el consumo de alimentos, empezando desde la propia casa. Hay que aprovechar los conocimientos a nivel local y valorar la medicina preventiva ancestral que cada comunidad tiene. Creo que si se hace esto, podríamos aportar muchísimo desde las comunidades.
Es momento de reflexionar sobre la alimentación agroecológica. ¡Es muy importante! Cuando se termine esta pandemia, visitemos las chacras agroecológicas, valoremos a los compañeros del campo, veamos lo importante que son los compañeros y las compañeras. Seamos más humanos, más hermanos, más solidarios con todos y con todas.