En las últimas semanas ha sido tendencia a nivel mundial las manifestaciones de miles de agricultores en diferentes países de la Unión Europea, pero ¿cuáles son las claves para entender estas movilizaciones? Desde el OCARU les invitamos a leer esta entrevista a Mamen Cuéllar[1] , docente e investigadora de la Universidad de Córdoba en España, y así tener una mirada más clara y completa sobre los diferentes ejes que atraviesan las movilizaciones de los agricultores europeos.
¿Cuál es la situación del sector agrícola en la Unión Europea y hacia dónde ha estado encaminado los últimos años? ¿Qué cambios importantes se han dado?
El sector agrario europeo viene arrastrando una serie de problemas estructurales que no hacen más que agravarse, todo esto como consecuencia de unas políticas agrarias erróneas. Estamos viviendo desde hace décadas una crisis generalizada de rentabilidad, una desaparición galopante de la pequeña y mediana producción (escala), unos precios en origen que no remuneran los costes de producción, y la entrada de alimentos muy baratos facilitados por acuerdos de libre comercio que la Unión Europea está impulsando, que destruyen el tejido productivo local, tanto europeo como el de origen.
Desde la Comisión Europea, por evidencias cada vez más claras en torno a la insostenibilidad del sector agrario, se ha tratado de incorporar medidas que permitan desarrollar una actividad agraria más sostenible. Pero esto se hace tarde y mal, sin apoyo a los agricultores y ganaderos para que emprendan estas transiciones, y comprendan su importancia. El sector primario está solo, y se le culpabiliza de la situación, cuando son el eslabón más débil y perjudicado de todo el sistema agroalimentario globalizado e industrializado (me refiero a los de pequeña y mediana escala).
CONTEXTO
El sector agrícola europeo no es un colectivo homogéneo. Hay grandes empresas agrícolas por un lado que compiten a escala global, pero también pequeños y medianos productores quienes son los más asfixiados por el sistema agroalimentario actual.
Por ~ Gabriela Vanegas Carrera
¿Cuál es su lectura y comprensión de los elementos que provocan las protestas actuales del sector agrícola en la Unión Europea?
De nuevo se quiere imponer una política que no va asociada a un acompañamiento adecuado a un sector ya bastante quemado. Estas medidas ponen parches pero no responden a los problemas estructurales del sector agrario europeo. A los agricultores se les sigue exigiendo, sin embargo cada vez hay más burocracia y requisitos imposibles de cumplir sin acompañamiento y asesoramiento, pero no se resuelven sus problemas de viabilidad y rentabilidad, o la competencia desleal que enfrentan con los alimentos baratos importados. Las personas dedicadas a la agricultura y ganadería están hartas, y la nueva PAC 2023-2027 (Política Agraria Común) es una nueva vuelta de tuerca a su situación ya de por sí difícil.
CONTEXTO
La Política Agraria Común (PAC) fue creada en 1962 y ha ido evolucionando y cambiando a lo largo de los años. La PAC tiene como objetivo construir una política unificada en materia de agricultura en los países de la Unión Europea. Para los críticos de la política común, la última reforma, el PAC 2023 - 2027, tampoco logró atender las necesidades de lxs agricultores europeos quienes fastidiados de su situación han salido a las calles.
Por ~ Gabriela Vanegas Carrera
¿Qué actores están participando de estas protestas?
Son fundamentalmente pequeños y medianos agricultores y ganaderos, quienes están hartos de verse presionados y producir a perdida. Hartos de ver cómo trabajan muchas horas y su trabajo no se ve recompensado, porque tienen que vender a precios que no cubren los costes de producción (una cadena agroalimentaria basada en pocas grandes empresas de distribución, que deciden quién puede vender y a qué precios, porque tienen ese poder, son un cuello de botella). Hartos de unas ayudas, de las que dependen para poder sobrevivir, que les exigen unos niveles de burocracia que no pueden asumir, con unos lenguajes que no entienden, y con unas exigencias para las que no cuentan con ningún acompañamiento ni apoyo. Para ellas y ellos, la administración es una enorme barrera que sólo viene a fastidiarles la vida.
Los manifestantes no representan a la extrema derecha, los hay, pero no son todos. Son gente muy descontenta. La extrema derecha lo que está haciendo es instrumentalizar este descontento para sus propios intereses, con mensajes populistas e imposibles como el “agua para todos” o “fuera la reducción de agroquímicos”. Pero no representan este movimiento, están tratando de apoderarse de él.
¿Qué demandas o reclamos son los que motivan estas protestas en el sector agrícola tanto en la Unión Europea como en España?
Las demandas se están centrando en mensajes muy simplistas, como: queremos seguir usando los agroquímicos que necesitamos para producir, o queremos seguir regando. Con estos mensajes están cuestionando las limitaciones de corte ambiental que se han impuesto en esta nueva PAC.
Otra línea importante es el tema de la burocracia y las exigencias asociadas a las ayudas, que están llegando a unos niveles que no dejan vivir a los agricultores y agricultoras.
De todas formas es un movimiento muy heterogéneo. No es lo mismo lo que están defendiendo los grandes sindicatos asociados a los grandes productores, a lo que defienden muchas marchas autoorganizadas de pequeños y medianos productores que se sienten poco representados por los actores oficiales. Y bueno, en un ámbito de descontento tan profundo y estructural, simplificar los mensajes y pedir lo imposible tiene cabida.
¿Hay diferencias entre las demandas de determinados actores, es decir, qué intereses se mueven alrededor de estas protestas?
Claro. La demanda contra la reducción del uso de agroquímicos no es compartida por todos. Es un sector específico. Un sector que, además, podría entender y aceptar estas limitaciones / cambios si tuviese ayuda para la implementación y un acompañamiento técnico, de gente sensible a las problemáticas de los agricultores. La demanda contra el refuerzo de la “ecocondicionalidad igual”. Son demandas en contra de las prohibiciones que se ponen al trabajo en finca, cuando no se está abordando el sistema agroalimentario, los oligopolios en la distribución y el mercado de alimentos, la importación de alimentos baratos que no juegan con las mismas normas.
Lo que difiere es la mirada que hay detrás de estas reivindicaciones. Lo que se está oyendo, porque está siendo lo más mediatizado debido a la entrada de la extrema derecha en las movilizaciones, son los mensajes simplistas y nada realistas. Pero detrás de esa pantalla, hay mucha gente que pide que la actividad agraria sea rentable, y se considere a los agricultores y ganaderos como actores clave en nuestras sociedades.
¿En España cómo se están expresando estas protestas y hacia dónde podrían ir?
Las manifestaciones se expresan con tractoradas, cortes de carreteras, ocupación de la vía pública. Y el rumbo que tomen va a depender de la capacidad del gobierno para atender estas demandas sin sacrificar el bien común (manejos ecológicos). Aunque me temo que todo se resuelva con dinero, y nada cambie.
¿Cuál es la relación de estas protestas con el Sistema Agroalimentario Global, y qué impactos se pueden ver a corto, mediano y largo plazo?
La relación es total. El descontento surge porque la actividad agraria, en este contexto de sistema globalizado, no es viable ni rentable y expulsa a diario a personas productoras de la actividad. Hay un cuello de botella en la distribución, que impide el acceso a los mercados a la mayoría de las personas productoras, los sistemas productivos basados en paquetes tecnológicos generan una dependencia total de los agricultores de empresas que buscan el lucro. La actividad agraria se encuentra así en medio de grandes empresas sin ninguna capacidad de decidir ni de hacer valer sus necesidades. Y encima, se fomentan las dinámicas de exportación e importación de alimentos baratos que afectan a los sectores agrarios de todos los países. En ningún sitio los pequeños y medianos productores prosperan, y son claves para sostener la agricultura orientada a la alimentación y mantener medios rurales vivos.
Es una lástima que lo que se plantea en las protestas y las reacciones gubernamentales no están abordando esta cuestión, y se están desviando hacia asuntos facilones como la cuantía de las ayudas, o relajar las exigencias ambientales.
¿Qué resultados o qué opciones hay para responder a estas protestas desde el bloque europeo y en España particularmente, o incluso hay otras opciones más locales?
Las opciones están claras, pero suponen tocar estructuras de poder que están muy ancladas y que nadie quiere tocar. Es evidente que hay que relocalizar los sistemas agroalimentarios, y basarse en sistemas productivos sostenibles, que sean poco dependientes de insumos externos y que puedan comercializar en mercados de proximidad. En definitiva, hay que reconstruir los sistemas agroalimentarios para que quienes decidan lo que ocurre en ellos sean las sociedades locales, las personas productoras y las consumidoras, y no las grandes empresas cuyo fin es el lucro. Cuando hablamos de alimentación, hay que retomar la idea de que esta no es una mercancía, sino un bien común y un derecho humano. Este principio supondría una modificación total de las reglas del juego.
¿Qué efectos puede tener estas protestas para otros agricultores alrededor del mundo, por ejemplo, en el Sur Global?
Depende. Todo depende de si hay capacidad para entender que se trata de una lucha de todas las personas productoras, que todas están en el mismo lugar debido a los sistemas agroalimentarios globalizados, que mi enemigo no es el productor de tomates marroquí porque vende sus tomates aquí más baratos. Si se entiende eso, se podrían aunar fuerzas a nivel global y generar un proceso de cambio. Los agricultores de pequeño y mediano tamaño, en todo el mundo, están en la misma situación de abandono, desventaja y falta de viabilidad. Pero si la lucha se centra en protegerse del extranjero, del “otro”, y no de las grandes empresas y las instituciones políticas que se alían con ellas, entonces el efecto no será en absoluto positivo.
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Notas
[1] Mamen Cuéllar Padilla
Docente Área de Sociología – Departamento de Ciencias Sociales, Filosofía, Geografía, Traducción e Interpretación – Universidad de Córdoba
Equipo de Investigación Agroecología, Soberanía alimentaria y Bienes Comunes. Programa de Doctorado en Recursos Naturales y Gestión Sostenible.
Grupo de Investigación – Instituto de Sociología y Estudios Campesinos- ISEC (PAIDI SEJ 179)
Correo-e: [email protected]
[2] Créditos:
Entrevistador: Esteban Daza.
Corrección y edición de texto: Esteban Daza, Gabriela Vanegas Carrera.