Soy Milton Yulan, dirigente de la Unión de Pequeños Productores Tierra y Vida, parte de la Asamblea de Pueblos, Nacionalidades y Organizaciones de la Costa.
¿Qué realidad vivía el sector campesino de la costa antes de la llegada del covid-19 a los sectores rurales?
La realidad era la de un modelo de agricultura impuesto, la agricultura del agronegocio y del extractivismo que goza de todos los beneficios que les ofrece el sector público y privado. Es aquella agricultura de monocultivo dirigida a la exportación como palma, banano, caña de azúcar, flores, teca; y, en los últimos dos y tres años, camarón en tierras altas.
Sin embargo, al mismo tiempo la agricultura familiar campesina, que no es extractivista y, que proporciona alrededor de 70% de los alimentos que se consume en los hogares ecuatorianos, subsiste sin el apoyo estatal, menos aún del sector privado que la considera inversión de alto riesgo. En el caso de la salud, esta crisis sanitaria profundiza la ausencia de los servicios de salud pública y deja a las comunidades sin atención en caso de contagios de covid-19 o cualquier otra enfermedad.
Algunas de sus organizaciones campesinas están muy cerca de Guayaquil, ¿Qué problemas tienen ahora que el covid-19 llegó al campo?
Para nadie es oculto que el sistema de salud pública está colapsado, especialmente en Guayaquil y Guayas. El gobierno ha perdido el control de la situación. Los sectores rurales no cuentan con sistemas de salud pública en sus comunidades; y, en esta crisis, los que existen en las parroquias o determinados recintos no están funcionando. Los trabajadores de la salud no aparecen.
Por ejemplo, a 30 minutos de Guayaquil está la comunidad de Los Ángeles, sector asediado por empresas camaroneras. Entre los días 18 y 20 de marzo fallecieron tres personas por falta de atención médica. En ningún centro de salud pública al que acudieron los quisieron atender. En la actualidad hay personas enfermas y hasta el día de hoy, 5 de abril, ninguna autoridad se ha hecho presente.
¿Y qué está pasando con la producción y comercialización en esta comunidad campesina?
Las agendas productivas de las organizaciones y familias campesinas no han tenido mayores cambios en esta crisis. Siguen con su producción, solo que ahora trabajan hasta medio día por motivos de seguridad a su salud. La incertidumbre está en la comercialización.
El problema central ahora es la venta. Con las restricciones de movilidad aparecen los intermediarios, quienes pagan precios muy bajos por los productos. Por ejemplo: un racimo de “plátano verde” lo pagan a 0,50 centavos de dólar, mientras que en la tienda, cada plátano verde cuesta 0,20 centavos; o un racimo de $4 dólares ahora lo venden hasta en $7 dólares.
En esta zona hay mucha producción de arroz. El tiempo de cosecha se acerca y los campesinos presumen que la venta será por debajo de los costos de producción. Las condiciones ahora, son aún más difíciles, las piladoras trabajan solo hasta medio día. El Ministerio de Agricultura no ha adoptado ninguna medida para garantizar la comercialización de la producción campesina. Sería interesante que establezca un plan logístico para que la producción de la agricultura familiar llegue hasta los consumidores, especialmente de sectores populares.
Otro de los problemas es el desabastecimiento de algunos productos alimenticios que no producen las comunidades y que solo se encuentran en centros urbanos, como harinas, sal, aceites, avena, lentejas, frejol y fósforos. En estas zonas no tienen agua, ésta es solo provista por tanqueros de agua potable, pero ahora son escasos que lleguen.
Finalmente, existe un enorme temor y preocupación por las posibles clases virtuales que anuncia el gobierno, en el campo las familias no tienen computadoras ni internet. Por ahora, en la costa estamos en periodo de vacaciones, pero las familias están pensando no mandar a sus hijos e hijas a los centros escolares si se reanudan las clases en los centros urbanos.
Ante esta falta de atención, ¿qué medidas toman las comunidades campesinas?
Hasta la fecha, 5 de abril, ninguna autoridad se ha hecho presente, nadie del Ministerio de Agricultura, mucho menos del Comité Operaciones de Emergencia o del Ministerio de Salud Pública han llegado por acá. Las comunidades y las familias están tomando sus propias medidas de protección, por ejemplo, cierran las vías de entrada directa hacia la comunidad, no permiten el ingreso de gente que venga de la ciudad, así evitan que se expandan los contagios.
Las familias campesinas están haciendo frente por sí solas a las enfermedades. Utilizan medicina natural, que son las plantas y las hierbas que han cuidado las mujeres. Ahora más que nunca se hace necesario dar incentivos a la salud intercultural. Pero no existe ni este reconocimiento y mucho menos, el gobierno, reconoce las decisiones que puedan tomar las autoridades rurales para hacer frente a la pandemia.
¿Qué aprendizajes nos va dejando la presencia del covid-19 en el agro?
Que, en medio de esta crisis, para las instituciones públicas y privadas no son prioridad los sectores campesinos, no atienden nuestras necesidades de producción, asistencia en salud y salubridad. Sin embargo, las comunidades rurales han sido muy creativas enfrentado la pandemia, logran sostener su sobrevivencia y cuidan su salud. A pesar de todo, la pandemia ha permitido que la sociedad y la opinión pública reconozcan las labores campesinas, esto permite que puedan elevar el autoestima, ya no están invisibilizados.
El Ecuador post covid 19, tiene que replantear la visión del modelo extractivista, de agronegocio y reorientar todo el apoyo público y privado. Es necesario democratizar los recursos, tierra, agua, sistemas de riego, créditos, logística, infraestructura productiva a favor de la agricultura familiar campesina, capaz de alimentar a la población ecuatoriana.