Soy Ferdinand Muñoz, campesino manabita. Formo parte de la Escuela de Formación Política y Soberanía Alimentaria “La Troja Manaba”.
¿Cómo se está viviendo la pandemia del Coronavirus en el campo?
Aquí en el campo se está viviendo una dura situación porque las actividades agrícolas no se pueden hacer con total libertad. Los campesinos nos movilizamos por la mañana y por la tarde para hacer nuestras labores, pero no todos tenemos nuestras casas en los terrenos de los cultivos. Necesitamos trasladarnos en vehículo, pero luego de las dos de la tarde ya no se puede, entonces solo aprovechamos las mañanas.
Las actividades se hacen con dificultad y tampoco podemos salir a vender los productos porque los carros de carga que hacen flete a los mercados de abastos, no quieren movilizarse. No quieren ir a las ciudades donde están los puntos de infección. Los campesinos no se están muriendo de hambre, acá nos solidarizamos y nos apoyamos, el que tiene, con el que no tiene. Se trabaja el “cruce de brazos” también porque ese necesita la mano de obra. Lo que no logramos es el ingreso económico, pero aun así, aquí vivimos de una forma más libre que en la ciudad.
Desde que llegó la pandemia, ¿qué ha cambiado en la vida de las y los campesinos?
Hay un cambio enorme, las familias campesinas nos hemos visto en la obligación de encerrarnos en nuestras casas, y a no compartir con el vecino, solo un saludo a la distancia. Otros tenemos familias en grandes ciudades como Guayaquil quienes han querido venir. Durante la segunda semana de la cuarentena había mucha gente que venía de Guayaquil en carros pequeños, migrando hacia acá. Pero de repente la solidaridad se limita, ya no hay como ser solidario al cien por ciento.
En la mayoría de las familias, la situación conlleva convivir con la familia completa. Como que retrocedimos 30 años, cuando la familia del campo estaba siempre unida. Las mujeres están más en casa y con los niños, han vuelto a los huertos familiares, las eras, a los maceteros de hortalizas y las plantas medicinales; plantas que contengan «interferón», porque esa es la alternativa que tenemos nosotros para contener un posible contagio. Entonces, el tiempo fortalece la unidad familiar y los conocimientos ancestrales, porque los niños preguntan porque esto, porque lo otro. Esas cosas ya se habían perdido y vuelven a valorarse.
¿Cómo han sido tomadas las medidas de estado de excepción y el toque de queda dictadas por el Gobierno Nacional?
Estamos cumpliendo las medidas lo que más se pueda. En las comunidades campesinas, internamente la gente se comunica, pero en las vías Estatales se restringe. La gente muy poco sale a abastecerse a las ciudades y todo en bicicleta porque no hay transporte. Vemos también cómo las autoridades no armaron un plan de contingencia para hacer real el derecho a la salud. La gente lo primero que hizo, fue correr a comprar la mascarilla y guantes, y vitamina C y otras cosas. Pero la gente del campo no.
No se contempló que los sub-centros en las comunidades ya no están funcionando y la gente se está trasladando hasta la ciudad. Para nadie es desconocido que si vas a un sub-centro de salud, no hay ni gel antiséptico, no hay guantes, no hay protección de bioseguridad. Entonces vas a la ciudad con los síntomas de dengue y vienes con los síntomas de coronavirus. Nosotros estamos cumpliendo con las obligaciones que impone el gobierno, pero las políticas del gobierno no son las acertadas y carecen de buena información.
En Manabí, como pasó en Guayaquil, el gobierno no toma buenas medidas. Es molesto ver cómo los camiones de las grandes industrias no tienen restricciones. Priorizaron pagar la deuda externa, a los industriales, conocemos que las mineras están trabajando. Entonces esto se volvió político. También podemos ver que el gobierno pudo implementar políticas locales. Aquí, por ejemplo, en el Aromo está un campamento grande y amplio que pueden usar para aislar a la gente, hay una carretera amplia que puede servir hasta como pista de aviones pequeños, un lugar para atender los casos.
Los y las campesinas y las organizaciones ¿qué están haciendo frente a la crisis del coronavirus?
Hay cosas que podríamos haber planteado, pero el gobierno local no da apoyo. Se podrían activar los COE cantonales, llamando a los dirigentes campesinos de las comunidades para aportar en los planes estratégicos, pero no se los consideró. Además, aunque se ha fortalecido la familia y la gente está en casa, también se ha fortalecido el individualismo. No hay como estar conectados, no se puede tomar resoluciones con los dirigentes de comunidades, porque no podemos reunirnos y conversar. En nuestro caso, de un dirigente a otro se encuentran lejos, la movilidad no es fácil. Esa es una debilidad y el gobierno gana terreno, porque los dirigentes se mantienen a la distancia o conectados vía telefónica, pero no es lo mismo verse y planificar.
¿Qué hace falta hacer en medio de la crisis? ¿Cuáles serían tus recomendaciones?
Pues mi recomendación es quedarse en casa. Aprendamos a convivir con los nuestros, ya no estamos acostumbrados a estar tanto tiempo juntos. Aprendamos a sembrar alimentos. Aprendamos a hacer un buen uso de las redes sociales, hacer caso a la recomendación de médicos y de los servicios de salud. Hay que alimentarnos bien para estar saludables y contrarrestar este virus. Seamos solidarios y más comprensivos. Y si el gobierno no tiene la capacidad, que dé un paso al costado. No estamos en tiempo de campaña para estar por ideologías, el virus no conoce de ideologías, no hace distinciones sociales, no respeta las edades. Tenemos que ser cautelosos, desde la alimentación y desde el compartir, porque esto va para largo. Sobre todo, no perdamos la fe.