Soy Ximena Porras, artesana autónoma de Quito. “AYA Orgánica” se dedica a la entrega de canastas, junto con varios agricultores agroecológicos cercanos a Quito. Hemos trabajado con la formación de veedores de la Feria Agroecológica de La Carolina para asesorar a los productores y contamos con un Sistema Participativo de Garantías (SPGs).
¿Cómo han vivido la pandemia del Covid-19? ¿Cómo han cambiado sus vidas?
Ha revolucionado la vida. A nosotros se nos ha parado la feria agroecológica en el parque La Carolina. Muchos productores no pueden sacar su producto, especialmente aquellos que no son de primera necesidad como las artesanías, elaborados como mermeladas
Pero para la formación de las canastas y para AYA Orgánica, ha sido un lanzamiento muy importante. Parece que ahora somos más visibles, importantes frente a aquellos que buscan alimentos respetuosos con el ambiente y con la vida,
y también con aquellos que solo quieren abastecerse. Estamos siendo bastante demandados. Las canastas permiten que salgan también productos elaborados, lácteos y apícolas, que no se venderían en estos momentos sin la fruta o verduras, entonces estamos ligados a los productores agrícolas. El campesino es vital para la ciudad, no somos nada sin ellos.
¿Cuál ha sido el impacto de la cuarentena sobre la comercialización?
La cuarentena ha planteado el reto de buscar mecanismos para realizar la comercialización. La movilización y la entrega se ha tenido que solucionar. Es otra cosa estar en la feria donde el cliente se acerca, o atender pedidos esporádicos. Hemos usado bicicleta, carro, hemos caminado, dependiendo de la cercanía, pero también hemos limitado el sector de entrega. AYA Orgánica ha servido como centro de acopio para productores agrícolas, apícolas y artesanos, y así ellos pueden también entregar a clientes que piden por la página web. Sin embargo, está cada vez más difícil poder recibir, elaborar y entregar los productos. Esto ha causado malestar en algunos consumidores , porque hemos tenido retrasos en las entregas. Mucha gente no entiende que ya no se puede entregar la misma cantidad y calidad. Pero también mucha gente nos aplaude, anima y difunde nuestra información.
¿Cómo se han enfrentado las medidas del estado de excepción y toque de queda?
Las medidas gubernamentales nos han limitado en la recepción y entrega. Muchos pedidos para los compañerxs campesinxs se han parado. Algunos, por ejemplo, ya estaban yendo a traer su producto pero no se pudo. A veces hay que correr riesgos para ver si los salvoconductos son válidos o si los reconocen. A veces unos policías los reconocen, otros no lo hacen y en otras ocasiones no los piden. Pero hay incertidumbre y hemos tenido que comunicar a los clientes que podrían haber cambios en las entregas.
También algunos consumidores piden que se les informe lo que va a llevar la canasta, pero lastimosamente no se puede tener certeza. Es posible que lleguen unos productos y se queden otros. Eso ha sido doloroso para algunos clientes, quienes confían que para tal día se les va a entregar, pero hubo casos que no fue posible. Sin embargo, nosotros tratamos de asumir los riesgos y evitamos ofrecer algo que no vamos a cumplir. Algunas iniciativas del municipio de comprar a pequeños productores, tienen la limitación de que no se va a poder diferenciar entre los productos que son orgánicos o convencionales. Entonces hay que seguir defendiendo nuestros espacios.
¿Cuáles son las estrategias de cuidado (trabajo doméstico, afectivo, educación) que se están implementando?
Desarrollar estrategias requiere creatividad. Ya lo hicimos en el período del cierre bancario. Si de resiliencia se trata tenemos experiencia, tenemos huellas y malestares, pero también saberes y valentía para seguir. Pienso que lo que tenemos que hacer es volver al campo, utilizar el trabajo del campo, establecer redes, lazos, relaciones de respeto y comprensión de la situación del otro. A mucha gente le cuesta renunciar su comodidad durante la emergencia. Quizá mucha gente después de la crisis siga viviendo como antes, pero la mayoría vamos a tener que cambiar muchas cosas. La violencia contra las mujeres y niños que se ha visto en la cuarentena, por ejemplo, requiere un cambio de mentalidad empezando por el hogar, dentro de la casa.
También para el cuidado de la salud y la prevención del virus, tenemos que regresar a la sabiduría tradicional. La gente está buscando otras opciones. Entre los productos de AYA ofrecemos, eucalipto, manzanilla, tomillo pensando en esto. Las comunidades campesinas tienen muchísima sabiduría al respecto. Hemos intercambiado tantos sabores nuevos y plantas nuevas para las canastas y elaborados. Para la entrega de productos estamos tomando precauciones; tenemos las mascarillas, trajes blancos, desinfectamos. Pero en las comunidades tienen todo su derecho a cerrarse. Ellos han entregado tantos años de su producción a la ciudad y tienen todo su derecho de protegerse. Hay campesinos que han decidido no salir y ya no llegan sus productos. Cada vez incrementan más ese tipo de medidas. Puede llegar un momento en el que esta semana sea la última, no sé si llegue a tener productos para las canastas la siguiente semana.
¿Algún comentario en especial que le gustaría hacer?
Este período ha sido una coyuntura para ser visibilizados como productores. Es increíble que la ciudad de Quito es la que más lugares y opciones de productos agroecológicos tiene. Eso es algo que tenemos que valorar y posicionarnos más, aprovechar esta coyuntura para exigir a las autoridades que nos den las mismas opciones que ofrecen al mercado tradicional. También debemos establecer estrategias para juntarnos y apoyarnos con una red agroecológica firme, que no sea solo de comercialización, sino para apoyarnos en la producción. No es posible que existan espacios que no tienen SPG. Lastimosamente tengo que decir, que se nos han acercado en La Carolina productores y se ha hecho veeduría, pero simplemente no son de producción limpia. Entonces no podemos caer en la tentación de juntarnos. Después es el mismo cliente consumidor que se da cuenta.
No puedo hablar de las certificaciones los registros sanitarios porque esas son costosas y los productores no tenemos acceso. Pero la ordenanza de Pichincha para la agroecología dice que se respetarán los SPGs de cada feria y de cada sector. Nosotros participamos activamente en esa ordenanza y no ha sido aplicada. Está pintada en un papel. El municipio tiene un espacio de comercialización agroecológica que propicia el uso de productos no agroecológicos. Entonces tenemos que exigir que se nos den las garantías para poder trabajar. No solo se debe trabajar con el semáforo. Debería haber otras opciones de información. Hasta en Europa y Estados Unidos tienen dificultades porque subsidian a los productores que usan químicos y a los orgánicos no. Ojalá con esto la gente abra los ojos y puedan crecer este tipo de propuestas, no solo por su salud de la gente, sino por la vida, el agua, el aire, por nuestros hijos, animales y la naturaleza en general.