
En la ciudad de Riobamba, el viernes 26, sábado 27 y domingo 28 de marzo se realizó el cierre de un largo proceso de formación para la red de escuelas políticas agroecológicas “Ayllukunapak Yachay” de la sierra centro: Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo y Bolivar. El ciclo de formación sobre agroecología y política fue realizado con el apoyo del Instituto de Estudios Ecuatorianos y financiamiento de SWISSAID Ecuador. El proceso inició en enero de 2020, e incorporó pedagogías populares y críticas campesinas como herramienta para pensar los futuros de lxs participantxs. El primer taller se dio en Cotopaxi abordando el tema “¿por qué la agroecología es política?” mientras que el segundo taller fue en Tungurahua sobre “agricultura familiar campesina y soberanía alimentaria”.
Al llegar la pandemia, fue necesario adaptar la ubicación y frecuencia de los talleres, y también se ajustaron las metodologías, lo cual hizo posible continuar. Los talleres se realizaron una vez al mes en cada una de las provincias: Cotopaxi, Tungurahua, Chimborazo y Guaranda. Las escuelas sostuvieron dos procesos principales: primero, trabajar los nuevos problemas que enfrentan los indígenas y campesinos, para lo cual se elaboraron ocho cartillas que fueron presentadas a lxs participantxs con el objeto de que politicen su experiencia en el campo desde sus mismos conocimientos y experiencias, construyendo conocimiento colectivo. Las temáticas que se trataron fueron las siguientes:
- Agroecología Política
- Agricultura Familiar Campesina y Soberanía Alimentaria
- Relaciones de Género en el Campo y Economía del Cuidado
- Ecología Política
- Sistemas Agroalimentarios
- Políticas Públicas y Políticas Agrarias
- Derechos Campesinos
- Proyecto Campesino

El segundo proceso fue generar las capacidades para que lxs participantxs puedan volverse formadores a futuro. El debate, se trasladó de una discusión en torno a la transición agroecológica de las fincas a una discusión sobre cómo poder armar escuelas después de que se termine el proceso, de modo que quienes estaban siendo formados sean los nuevos formadores. Para esto, fue necesario mirar la agroecología como una acción política. Los talleres contaban con una parte vivencial o práctica en las fincas de lxs participantxs, que tenía como objeto hacer de las fincas su escuela dónde ellxs podrán dar clases. En este sentido, la educación popular no solo es una postura política sino una posición de cómo descolonizar y construir conocimiento colectivo, donde todas y todos pueden aprender. Los talleres se pensaron como un proceso pedagógico que se pudiera mantener durante la pandemia, y efectivamente, a pesar de la situación de crisis mundial se sostuvo el espacio garantizando los cuidados necesarios.
“Aprendimos a trabajar, compartir, enseñar saberes y aprender de las diferentes provincias, la comunicación de nuestro idioma, la independencia de las mujeres frente a los agroquímicos y empresas. Ahora ya tenemos nuestros propios productos, también de la medicina ya no depender de las farmacias sino con nuestras plantas nativas hemos estado curando, sanando. Me gustaría que muchos asuman a esta escuela, que los jóvenes apoyen para vivir una vida digna, sana y libre” Flor Collaguazo Achuppallas Chimborazo
El ciclo de aprendizaje terminó y se plantearon tres momentos principales para los tres días de cierre. Se inició con una mística, creando una espiral para que lxs compañerxs puedan compartir sus semillas, saberes, sus fincas, productos y otros materiales significativos, así como sus historias en torno al proceso de formación. También hubo un intercambio de fotografías de los distintos talleres donde lxs participantxs pudieron reconocerse y recordar su trayectoria de formación.

“Considero que el aprendizaje fue mutuo, yo aprendí de las indignaciones y rabias de las compañeras y compañeros, de las injusticias que ellos mencionaban vivir y a partir de esos insumos, sentires y pensares construimos reflexiones políticas y teoría en conjunto” Andrea Tamayo educadora popular del Instituto de Estudios Ecuatorianos.
Otro ejercicio importante fue el crear de manera conjunta a través del diálogo y consenso un nombre común para la red de escuelas. Finalmente se aterrizó en el nombre “Ayllukunapak Yachay” o “Saberes Campesinos: por una agroecología libre, subversiva, rebelde y antipatriarcal”. También se pensó y creó de manera conjunta una bandera que incorporó elementos fundamentales de la identidad de cada territorio. Por ejemplo, las compañeras apicultoras de Guaranda incluyeron su símbolo que es la abeja, las compañeras de Chimborazo la piedra para moler, otros compañeros dibujaron la Pachamama, el sol y la Chakana.
También se contó con la presencia de invitadxs especiales de otras redes de escuelas agroecológicas de la costa: la escuela de formación política y agroecológica “La Troja Manaba” y “Machete y Garabato” de Los Ríos. Ellxs trajeron consigo sus experiencias de formación en sus propias escuelas y procesos para compartir con las escuelas de la sierra e intercambiar semillas y otros productos. El segundo día, se desarrolló la parte teórica del taller de cierre, donde reflexionamos sobre el momento en que se encuentran las luchas indígenas y campesinas, así como el lugar que ocupa la agroecología en el proyecto de cambio para los pueblos indígenas y camespinxs. Se inició con una actividad donde varios grupos rotaron por diferentes períodos como la lucha por la reforma agraria, el neoliberalismo y la década de la revolución ciudadana para intercambiar ideas sobre los desafíos y las luchas campesinas de cada época. Con esos insumos, se construyó una línea del tiempo sobre las estructuras que mantenían los grupos de poder y las demandas o agendas campesinas e indígenas y se reflexionó sobre qué tipo de proyecto tenemos ahora y queremos construir a futuro.

“Mi escuelita se llama el colibrí rebelde. Quiero seguir alimentándome más de conocimientos con las nuevas escuelas y ahora que nos han agrupado, para mi es una alegría y satisfacción tener a todos los compañeros de diferentes provincias juntos y seguir reforzando mis conocimientos” –Anita Quille Tungurahua
Finalmente, el tercer día se trabajaron los compromisos. Se inició la jornada con la presentación de los estantes cada escuela, con sus maquetas, diagramas, productos, semillas, decoraciones y con una explicación sobre cómo van a arrancar y sostener nuevos procesos de formación campesinx a campesinx. Cada grupo respondió a la pregunta ¿cómo van a funcionar sus escuelas? De este modo, se plantearon compromisos y acciones prácticas para la transformación a largo plazo. Al finalizar estos diálogos se entregaron certificados de participación y cartillas para todxs lxs participantes y se cerró la jornada con la consigna de las escuelas: ¡Por una agroecología Libre, Rebelde, Subversiva y Antipatriarcal!

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