
Al terminar su mandato, Guillermo Lasso expresó que su mayor éxito había sido reducir las cifras de desnutrición crónica infantil en cerca de 3 puntos porcentuales (Redacción Primicias 2023), sin embargo, al examinar más a fondo los datos de la Encuesta Nacional de Desnutrición Infantil (ENDI), esta reducción no solo forma parte del gobierno de Lasso, sino que refleja el cambio que existió en la prevalencia de la desnutrición cónica infantil de los últimos 5 años, comparando los datos de la ENSANUT 2018 con la ENDI 2022-2023 (Pinto 2024). Tal como el Censo de Población, las cifras de la ENDI también tuvieron su retraso, y surgen dudas sobre su veracidad (Padzic 2023), sin embargo, son las cifras con las que se cuenta y con las que este número abordará el problema de la desnutrición infantil.
Una de las evidencias palpables de la desnutrición infantil es el retraso en el crecimiento (Block, Masters, y Bhagowalia 2012), con este precedente, entre 2006 y 2012, el descenso de la desnutrición más acentuado se vio en ese periodo en este nuevo siglo (ver Figura 1). Como bien lo señalan Keats et al. (2021), el descenso de la desnutrición no se da en un corto periodo de tiempo sino que está asociado a otros factores por ejemplo la nutrición de la madre. Por tanto, el descenso de esta tasa no se puede adjudicar a un solo programa o proyecto. Lo que sí es claro es que el combate a la desnutrición perdió su fuerza desde el 2012, y si bien las cifras muestran descensos en la tasa estos son menores cada vez.

El panorama pinta aún peor con la doble carga de la malnutrición, en donde, además de la falta de nutrientes por parte de la alimentación y la calidad del agua, se suma el consumo excesivo de alimentos que causan sobrepeso, parecería que la tendencia va a la baja desde 2015, sin embargo, la tasa de variación del sobrepeso en niñxs menores a 5 años es positiva en todo este siglo (ver Figura 1), y en el 2022 el porcentaje de niñxs con sobrepeso menores a 5 años fue del 11,9%, mientras que quienes presentaron retraso en el crecimiento fueron el 22,7% (FAO 2023a).
Los datos de la ENDI nos muestran también que la distribución de la desnutrición es distinta en cada provincia, con casos más graves en Chimborazo, Pastaza, Bolívar y Santa Elena (ver Figura 2). Morona Santiago y Orellana se colocaron con las provincias con el mayor número de cantones con alta pobreza en la zona rural de acuerdo a los datos de FAO (2023b). El mapa nos muestra que no necesariamente existe correspondencia entre las provincias con mayor cantidad de cantones con alta pobreza y la prevalencia de desnutrición crónica, sin embargo, es al menos intrigante el caso de Esmeraldas que al ser una de las provincias más excluidas del país tenga una prevalencia de apenas el 12% de acuerdo con los datos de la ENDI. Como lo mencionaba Padzic (2023) las demoras en la toma de información pueden ocultar la falta de precisión en la información obtenida.

La ENDI también refleja que la zona rural es mucho más vulnerable en los indicadores asociados a la desnutrición en los menores a 5 años. La diferencia entre las zonas rurales y las urbanas es más clara cuando se pone en debate el acceso a fuentes de agua seguras, en este particular dato al menos la mitad de los hogares rurales están expuestos a un tipo de agua con restos que pueden causarles E-coli. También destaca que 6 de cada 10 niñxs menores a 6 meses de la región costa no se alimentan exclusivamente de leche materna.

Machado (2022) anticipaba ciertos indicadores de la ENDI respecto a la desnutrición y a los ingresos de los hogares e indicaba que la desnutrición también alcanza a los hogares con altos ingresos. En efecto las cifras de la ENDI, muestran que los indicadores de desnutrición también rodean a los hogares con altos ingresos, y que la pobreza no es el único elemento que puede explicar a la desnutrición (ver Tabla 2). Factores como la alimentación de las madres, y la decisión de no proveerlos de leche materna puede estar asociada a la presencia de la desnutrición en este grupo (Machado 2022), de hecho, es el grupo con menor consumo exclusivo de leche materna (ver Tabla 2). El reemplazo de la leche materna por fórmulas que provienen de la industria de los ultrapocesados también es uno de los elementos que se relacionan a la malnutrición infantil, y dada la influencia de esta industria en las políticas y programas país el consumo de estos productos cada vez se incrementa (Torres et al. 2024).
Por otra parte, es evidente también que la desnutrición se encuentra más presente en los quintiles de menores ingresos y en los hogares empobrecidos en todos los indicadores. Es más, la seguridad de las fuentes de agua son también un claro indicador de la disparidad en el acceso al recurso vital. Mientras el 37% de hogares del primer quintil mostraron la presencia de la bacteria E-coli, el quintil con más recursos tuvo menos del 13%.

En una revisión de la evidencia Keats et al. (2021) encontraron que la malnutrición de las madres y lxs niñxs se pueden combatir mediante: (i) la provisión de micronutrientes durante el embarazo, (ii) el incentivo hacia la alimentación basada en la lactancia, (iii) campañas de educación alimentaria y provisión de alimentos a poblaciones en vulnerabilidad alimentaria, (iv) fortificación de los alimentos para prevenir las deficiencias en los micronutrientes, y (v) una mejor planificación familiar.
A manera de conclusión
La desnutrición infantil es una temática que ha estado presente en varios gobiernos y que no parece tener una solución sostenible a largo plazo. Las agendas que los distintos gobiernos pueden tener con la industria alimentaria pueden ser una de las razones que expliquen esta falta de concordancia entre las recomendaciones basadas en evidencia y la búsqueda de ganancias de estos grupos empresariales. La desnutrición además debe combatirse de acuerdo con las particularidades y retos de cada territorio, no basta con las campañas informativas, sino también con la generación de las condiciones que garanticen el acceso a dietas saludables y ricas en nutrientes.
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Bibliografía:
Block, Steven A., William A. Masters, y Priya Bhagowalia. 2012. “Does Child Undernutrition Persist Despite Poverty Reduction in Developing Countries? Quantile Regression Results.” The Journal of Development Studies 48 (12):1699-1715. doi: 10.1080/00220388.2012.700399.
FAO. 2023a. Datos de Seguridad Alimentaria. editado por Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. Roma.
FAO. 2023b. HiH Agricultural Typologies – Ecuador. editado por Instituto Nacional de Estadística y Censos. Quito: Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.
INEC. 2023. Tabulados – ENCUESTA NACIONAL DE DESNUTRICIÓN INFANTIL – ENDI 2022 – 2023. Quito: Instituto Nacional de Estadística y Censos.
Keats, Emily C., Jai K. Das, Rehana A. Salam, Zohra S. Lassi, Aamer Imdad, Robert E. Black, y Zulfiqar A. Bhutta. 2021. “Effective interventions to address maternal and child malnutrition: an update of the evidence.” The Lancet Child & Adolescent Health 5 (5):367-384. doi: https://doi.org/10.1016/S2352-4642(20)30274-1.
Machado, Jonathan. 2022. “Desnutrición crónica también impacta a niños de hogares ricos.” Primicias.https://www.primicias.ec/noticias/sociedad/ninos-desnutricion-quintil-rico-alimentos/.
Padzic, Milica. 2023. “Un Gobierno que nos deja sin datos.” La Hora, 16/06/2023. https://www.lahora.com.ec/editorial/columnistas-nacionales/un-gobierno-que-nos-deja-sin-datos/.
Pinto, María José. 2024. Prevención de desnutrición infantil con los GADs. En NotiMundo a la carta, editado por Gissela Bayona. Quito: FM Mundo.
Redacción Primicias. 2023. “Gobierno corrige cifra y asegura que 60.000 niños salieron de la desnutrición.” Primicias, 05/09/2023. https://www.primicias.ec/noticias/sociedad/lasso-encuesta-desnutricion-infantil-ecuador/.
Torres, Irene, José Julio Villalba, Daniel F. López-Cevallos, y Sandro Galea. 2024. “Governmental institutionalization of corporate influence on national nutrition policy and health: a case study of Ecuador.” The Lancet Regional Health – Americas 29:100645. doi: https://doi.org/10.1016/j.lana.2023.100645.
The Lancet Regional Health – Americas 29:100645. doi: https://doi.org/10.1016/j. lana.2023.100645.
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David Singaña Tapia
Investigador del OCARUIngeniero en Ciencias Económicas, Master en Desarrollo Territorial Rural, realiza sus estudios de doctorado en la Universidad Justus Liebig – Giessen, Alemania.
Integra el grupo HINASES (Human-nature Interactions in Agricultural Socio-Ecological Systems).
Líneas de investigación y publicación: Soberanía Alimentaria, Agricultura Familiar y Acuerdos Comerciales.