En esta ocasión, OCARU (Observatorio del Cambio Rural) dio un taller sobre el documento que forma parte una estrategia de investigación, información y comunicación sobre el «conflicto» agrario y el desarrollo rural en el Ecuador, que el Instituto de Estudios Ecuatorianos y el Centro de Derechos Económicos y Sociales promueven a través del OCARU, con el apoyo de la Fundación Rosa Luxemburg y el Ayuntamiento de Barcelona.
Los expositores de la charla fueron: Stalin Herrera, director del Instituto de Estudios Ecuatorianos y coordinador del OCARU con su investigación «Gobernar para extraer, dinámica del conflicto en el gobierno de Rafael Correa, y Pablo Iturralde, investigador del Centro de Derechos Económicos y Sociales,, con su investigación «Los ejes de acumulación en el Ecuador de la revolución ciudadana».
El taller arrancó con el vídeo teaser documental de ¿A quién le importan los Guayacanes? donde se recogen los testimonios de los compañeros y compañeras criminalizados en la comunidad San Pablo de Amalí en su defensa por el territorio y el derecho humano al agua
En un primer momento se debate el modelo de acumulación en Ecuador considerando que la especialización productiva supone un nuevo patrón porque se da la especialización de determinados productos. El cambio de la matriz productiva sería para revertir la tendencia: la economía perderá peso en productos primarios para entrar a exportar productos con valor añadido. Pablo Iturralde plantea la pregunta de ¿qué tanto nos estamos beneficiando del crecimiento económico? ¿Se sale del extractivismo con mayor extractivismo? Los compañeros y compañeras presentes en el taller debaten sobre la concentración de la riqueza en pocas manos; se necesita un poco más de incidencia sobre la parte fiscal ya que los instrumentos fiscales podrían solucionar en cuanto a los ingresos y gastos del Estado y crear condiciones más equitativas.
Stalin Herrera destaca que las diferentes coyunturas marcaron los procesos de luchas en una línea del tiempo. Se señala que la década de los 90 se configura como el período de mayor movilización social, ya que en la actualidad las organizaciones sociales no tienen la misma capacidad de movilización. ¿Qué les paraliza? La generación del miedo.
Las zonas mineras son las que sufren mayor conflictividad; los conflictos han crecido en las zonas de Azuay, Cotopaxi y Morona de Santiago.
Desde el debate generado por parte de las organizaciones presentes, se establece el análisis desde las parroquias y la minería, «el despilfarro de fondos públicos es desmedido». Se identifican nuevos procesos para legitimar y seguir vigentes con un interesante proceso organizativo. Los resultados de las elecciones conforman otro eje del debate manifestando que existen organizaciones locales y procesos de territorialización de la lucha social. Por ello, se hace un llamado a las organizaciones a la resistencia y a comenzar a unirse y fortalecerse.
«En Esmeraldas hay un árbol que se llama Guayacán y que florece una sola vez al año; esas son las organizaciones. Busquemos estrategias juntos, no permitamos que nos dividan, que nos separen, ¡unámonos!» (…) Lupe Ortiz, Comunidades Eclesiales de Base de Quinindé.
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