OCARU
Floresmilo Villalta, dirigente campesino vinculado a la lucha por la recuperación de tierra en el cantón Quinindé, nos cunta sobre los procesos de resistencia y de lucha campesina contra el despojo, en uno de los cantones más afectados por la expansión de las maderaras y con ella la explotación de Palma Africana para la producción de aceite.
¿Qué problemas tienen hoy por hoy con la explotación de la madera en la zona?
BOTROSA empresa maderera, opera cerca de 45 años en Quinindé y durante todo ese tiempo se ha apoderado de las tierras campesinas, las compran con engaños para el beneficio no solo de la explotación de la palma, sino de camaroneras y otros negocios que comercian con la mencionada empresa.
Los colonos y los madereros no tienen conciencia alguna, han explotado todo: los árboles de la montaña, los ríos, los ojos de agua; en el sector han desaparecido muchas especies de pájaros endémicos, todo está devastado.
Nosotros los campesinos tenemos consciencia de conservación de los bosques, sabemos que los recursos son finitos y no queremos que ocurra lo que en otros países sucede: no queda agua ni siquiera para el consumo humano.
Para tratar de enfrentar esta problemática, hemos acudido a distintas autoridades, tenemos acuerdos con el Presidente de la República, con el Gobernador de Esmeraldas, con el Ministerio del Interior, con el MAGAP. Se ha pedido que se realicen inspecciones por parte de las autoridades, porque contamos con pruebas de pertenencia de esa zona, allí tenemos sembríos de cacao y plátano. La Subsecretaría de Tierras tiene una orden de inspección enviada por el Primer Mandatario, para que se reconozca las tierras en las que nosotros vivíamos.
Contamos con una orden de protección para retomar nuestras tierras, de las que fuimos desalojados hace siete años; sin embargo, el poder de las madereras es enorme y a pesar de la existencia de esta orden -que nos permitía el ingreso a nuestras tierras- no podemos recuperarlas, pues la empresa con apoyo de la policía actúa en complicidad con las autoridades que impiden el ingreso al territorio.
Las autoridades no se interesan por reconocer nuestros derechos, mucho menos las empresas explotadoras que se empeñan en manipular a muchas comunidades a través de rumores o prebendas insignificante, logrando así que las personas se opongan a las organizaciones que luchan por impedir estos atropellos.
Desde una gabarra instalada estratégicamente por la maderera, los guardabosques -campesinos de la zona, contratados por la misma empresa- controlan a la gente que pretende ingresar a sus tierras expropiadas, incluso desalojan a los más indefensos -mujeres ancianas, madres en gestación y con niños pequeños- cuyo único sustento de vida es su tierra. Las cosas han cambiado mucho, antes lográbamos entrar en los territorios desalojados, ahora ya ni eso.
Hay toda una serie de complicidades entre autoridades -el gobernador, el jefe político, la ministra de ambiente- que han bloqueado todos nuestros intentos por recuperar la tierra, nos quitan dinero, nos encarcelan cada vez que intentamos ingresar. No hemos podido entrar allí para retomar nuestra lucha por los enormes niveles de represión a los que nos someten. Hay un alto grado de criminalización de la gente y la policía está de su lado.
¿Cuál es la relación entre los niveles de violencia de la zona y las palmicultoras?
La relación es profunda, es aterrorizante, hay muchos muertos y perseguidos. Tenemos documentos que prueban la persecución que han sufrido quienes no quisieron abandonar sus tierras, en las que han habitado durante décadas, por presión de las madereras.
Con el fin de apoderarse de las tierras de los campesinos, las empresas han contratado sicarios para secuestrar, torturar, violar y matar a nuestra gente. Uno de los casos de instigación violenta fue el del Sr. Aguilar y su conyugue que, al no ceder ante los caprichos de la empresa que quería que abandonen sus tierras a toda costa, fueron secuestrados en su propia casa durante tres días y tres noches.
Permanecieron amarrados en los árboles, los matones acabaron con sus animales y provisiones y trataron de que firme un documento doloso en el que se aseguraba que las tierras le pertenecían a la empresa y que él -su verdadero dueño- habitaba el espacio en calidad de cuidador de la propiedad. Lo apresaron injustamente y luego de que fue liberado con caución, continuaron persiguiéndolo hasta asesinarlo.
Tenemos gente abaleada, que lleva en sus cuerpos las pruebas fehacientes del sicariato de las madereras y las palmicultoras -injertos y mutilaciones de sus miembros-. Otros que en un principio no quisieron salir, tuvieron que abandonar sus tierras por que fueron víctimas de actos salvajes, han tenido que presenciar -al igual que sus hijos- la violación de sus esposas e hijas, «les han mochado -cercenado- las orejas» y las llevan como prueba a sus jefes, los Durini, dueños de la mencionada empresa.
Contra mí se han levantado más de una veintena de acusaciones y calumnias falsas, entre ellas la violación de una menor de edad, soy inocente de todo lo que se me imputa, hoy por hoy estoy libre, enfrente 21 juicios y se me dio amnistía, me condenaron a 16 años y estuve 4 años preso injustamente, con el fin de callarme, de desprestigiarme y acabar con mi vida. Acusarme de violador fue gravísimo, todos los medios de comunicación se referían a mí como: el violador fulano de tal. Yo responsabilizo directamente a estos asambleístas: Cintya Viteri y Washington Pesantes, por semejante infamia. Incluso a la compañera Lourdes Tibán, ellos fueron los protagonistas de este escándalo, y aun así estoy libre.
Con la amnistía que se me concedió, más de cuarenta compañeros acusados injuriosamente fueron también liberados, sin embargo las presiones terroristas de las madereras continúan. A mi hijo lo asesinaron y no puedo decir que fueron ellos directamente pero sé que es fruto de las represalias que toman contra nosotros, sin embargo nadie dice nada.
Esta es una oportunidad para poder aclararle a la opinión pública el panorama que tiene sobre nosotros, debido a las acusaciones falsas que se han hecho en contra de varios dirigentes campesinos de nuestra zona.
A qué se deben estas demandas y acusaciones ¿Cuál ha sido la lucha que ha emprendido en Quinindé frente a esta dinámica?
Los 21 juicios personales en los que me incriminan, son represalias de la empresa maderera BOTROSA que siempre ha manipulado a los campesinos, para quitarles sus tierras para la explotación de la madera, son más de 40 mil hectáreas las que se ha adjudicado con tretas. El mecanismo que usa es la compra de dos o tres posesiones colindantes, a continuación ellos encierran todo el resto de hectareaje con los árboles y la montaña de muchos años de conservación.
Esa es su ambición, terminar con la tierra, con toda la biodiversidad y el medio ambiente y las fuentes de agua de donde nace el Río Verde, el Santiago; que son los únicos que quedan en la provincia de Esmeraldas. Nos oponemos a la devastación de las tierras ancestrales que fueron cultivadas por los campesinos y las organizaciones. Esta es una zona muy rica en madera, como dirigentes hemos sido perseguidos por oponernos a la devastación que propicia BOTROSA, a mí me han hecho la vida imposible, cuento con 22 encarcelaciones. El mecanismo de las grandes empresas ha sido levantar acusaciones falsas en contra de los dirigentes campesinos para tratar de acallar nuestras voces.
Estoy en esta lucha desde 1994. Yo y mis cuatro hijos teníamos un lote, en ese tiempo el Instituto Ecuatoriano de Reforma Agraria y Colonización (IERAC), repartió tierras entre los campesinos y la exigencia de escrituras no era tan alta con hoy en día, por eso no nos preocupamos por legalizar los predios.
De esta situación se aprovechó la empresa para desalojar a los campesinos que no tenían escrituras de propiedad con complicidad de las autoridades. Ahora solo hay un número mínimo de campesinos que trabaja como guardabosques de las propias empresas, que en algún momento desalojaron a la mayor parte de la comunidad.
También ha defendido los derechos de los compañeros que trabajan en las empresas madereras ¿Cuál ha sido la lógica de trabajo en este espacio?
Hemos tenido diálogos con los trabajadores, pero la subordinación a los jefes y el sueldo mínimo de $250 que perciben para su subsistencia prima en los compañeros. Se ven obligados a actuar en favor de sus patrones, caso contrario pierden sus trabajos; los despiden sin ningún beneficio de ley después de doce, quince o veinte años de trabajo. A lo que se añade que las palmicultoras ya no tienen trabajadores fijos, recogen a la gente por temporadas según su conveniencia, los mantienen por algunos días o semanas y luego los despachan. Estos son trabajos eventuales, sin estabilidad, sin condiciones adecuadas de trabajo.
A las autoridades les pido algún tipo de preocupación, pero las autoridades e instituciones corruptas como la Subsecretaría de Tierras, el Ministerio de Agricultura, y la ministra del ambiente han ayudado al enorme enriquecimiento de las madereras y palmicultoras, a costa de la explotación de la gente que por ejemplo, gana $10 durante toda una jornada de trabajo, dinero irrisorio, que no alcanza para toda una familia; y si los trabajadores son mujeres o jóvenes, el dinero se reduce a la mitad, les pagan apenas $5 por la misma cantidad de trabajo.
¿Qué papel ha jugado la organización?
Ha sido tímida, no todos los compañeros han tenido el suficiente coraje para continuar. Cuando me apresan la lucha se detiene hasta que recupere mi libertad. Los compañeros le temen a la represión, al encarcelamiento, la resistencia no es fuerte. Yo no tengo miedo a pesar de las amenazas de muerte que pesan sobre mí.
Continuaré en la lucha, porque a los compañeros hay que devolverles su tierra. Más de 300 campesinos han sido afectados con estas medidas, a su haber tenían un aproximado de 40 mil has de tierra en los sectores de: Hoja Blanca, Cordillera de Ramos, Chongoseda, Maracumbo, Chíparo, etc. En Pambilar se devolvieron 3.400 has a los campesinos, eso consta en documentos legales pero las autoridades del Ministerio del Ambiente de Esmeraldas, con la venia de la Ministra continúan diciéndonos: «se me largan de las tierras» como si nada hubiese pasado.
¿Cuáles son las principales problemáticas que atraviesa la provincia actualmente?
Esta provincia ha sido una de las más ricas del Ecuador, acogió a muchos migrantes internos y les brindó la oportunidad de mejorar su calidad de vida. Hemos vivido sin explotación maderera por generaciones, sembrando lo justo dentro de la montaña y ha sido suficiente; pero las autoridades corruptas han vendido nuestras tierras, la riqueza con la que contábamos, brindando muchísimas facilidades a empresas como BOTROSA, que a vista y paciencia nuestra llenan sus arcas de dinero con el apoyo del Estado en detrimento de nuestra economía.
Ojala las diferentes organizaciones no gubernamentales e internacionales apoyen nuestra causa, porque carecemos de recursos para mantener una lucha frontal contra las poderosas empresas.
¿Cuál es su mensaje para las organizaciones sociales?
Es necesario que luchemos sin miedo junto a todas las personas, con la conciencia fuerte, sin permitir la humillación de las autoridades deshonestas. Si hay que morir lo haremos con la certeza del triunfo de nuestra lucha. La juventud tiene que generar conciencia y memoria de quienes hemos luchado por las nuevas generaciones, para que asuman esta pelea que no es solo nuestra. Quisiera que todas las organizaciones me sigan apoyando, tanto en mi lucha personal -por recuperar el pedacito de tierra que me corresponde para poder morir en paz- como en mi lucha colectiva por la defensa de las tierras campesinas.