Expreso
La Mossberg 500 es uno de los tesoros de Napoleón García. Los cartuchos son caros, pero su potencia perfora vehículos y hasta levanta los cuerpos que reciben el impacto de uno de sus cartuchos.
Compró la escopeta a un camaronero y la última vez que la usó fue hace tres meses, cuando a uno de sus vecinos un grupo de cuatreros le arreaban 150 reses desde Aguas Frías (Guayas) hasta Pichincha (Manabí) y que, por la rápida intervención de los ganaderos y de la policía, solo se le robaron diez, el equivalente a $ 5.000.
Por eso este veterano ganadero de Balzar aplaude la propuesta del Gobierno de permitir que, como él, los demás agricultores y camaroneros agremiados porten una potente Mossberg o un revólver. Él es parte de lo que queda de un modelo de protección del agro que se debilitó.
El presidente Rafael Correa propuso que así como los ganaderos tienen permiso para portar armas, también los tengan los campesinos de otros gremios. Aquello para detener el aumento de la delincuencia en el campo como lo ha revelado EXPRESO en estas dos últimas semanas.
En Balzar, Salitre, Colimes, parte de Santa Lucía, Daule, Palestina (Guayas); Palenque, Vinces (Los Ríos) e incluso Olmedo (Manabí), el modelo de autodefensa coordinado con la policía funcionó muy bien desde 1994 hasta el 2006. Permitió acabar con el abigeato incluso en zonas donde nadie entraba.
Tanto que en 1995 la organización de la Asociación de San Nicolás, de Salitre y de Vernaza lograron limpiar zonas donde operaba la alta delincuencia: Junquillal, Junquillo y Bebo. Lo dice con fuerza Gerónimo Sosa, expresidente de la Asociación de Ganaderos de Balzar, y quien llevó este proceso en 25 asociaciones que aprendieron no solo a vigilar los cantones, sino a disparar y a protegerse.
Eran 250 miembros que a caballo, en carro y a pie, entraban a los sitios más recónditos. «La cabeza siempre fue la policía. Era la única manera de que el sistema sea sostenible y seguro para nosotros.
El proceso se debilitó, aunque no en todos los cantones, porque entró mucha gente que quiso hacer política y porque comenzaron las críticas al modelo implementado.
Lo que a Napoleón García y Gerónimo Sosa más les preocupa es el aumento de la delincuencia en el área rural.
Con los 50 centavos de dólar que se paga por la libra de carne en pie (lo que se paga por el paso de la vaca en el campo) y los 40 centavos por el litro de leche en finca, es difícil que el sector progrese. Revisando sus apuntes en un viejo cuaderno García se dio cuenta de que en el 2002 le vendió 40 toros a Libio Espinoza, ya fallecido, a 50 centavos. De allá hasta esta época no hay variación alguna en los precios, sí en los costos.
Y para ellos, la falta de empleo es una de las razones porque las que la gente delinque. No solo es cosa de la ganadería. Lo es del arroz, del maíz…
En Babahoyo, Los Ríos, Rafael Núñez, que siembra arroz, tuvo que comprarse cinco vacas y afiliarse a una asociación de su zona para poder cargar su revólver. Porque desde las cinco de mañana recorre el campo viendo las siembras, las fumigaciones, las cosechas.
Cómo él lo dice, «he tenido que hacerme un cachudo con título» para mantenerme a salvo, ya que en su zona roban motos, bombas de mochila para fumigar, dinero y hasta productos que usa a diario en sus parcelas.