Dura pelea contra especies invasoras

Monitoreo de Noticias

abril 12, 2013

El Comercio

Al ingresar en el vivero del Parque Nacional Galápagos, en Santa Cruz, una fría brisa mantiene a cada planta dispuesta, una detrás de otra, en una danza constante. Las más diversas tonalidades de verde se exhiben en hojas y tallos de toda clase de formas, tamaños y texturas.

Cada especie es única, por eso se busca que sigan siendo endémicas o nativas de Galápagos. Su producción es masiva para cubrir la demanda en zonas agrícolas y áreas atacadas por especies introducidas. A partir del 2010 se han replantado 110 000 plántulas de varias especies, dice Rafael Chango, especialista botánico. Las plántulas se producen de acuerdo con el tipo de zona que será restaurada (ver infografía). Por ejemplo, alrededor de este vivero, en la parte alta de la isla, ya se han reforestado 60 de las 100 hectáreas que estaban infestadas de pasto, mora, guayaba, sauco, cedrela y cítricos. Estas fueron reemplazadas por scalesia pedunculata, guayabillo, matazarno, uña de gato y otras, propias de la zona. La scalesia se produce más por su rápido crecimiento; en dos años se levanta hasta 5 metros. El guayabillo, en cambio, al año y dos meses apenas llega a 15 cm. Pero a ambas se las lleva a las zonas húmedas o de transición cuando han crecido de 25 a 30 cm. De las 790 especies introducidas que hay en Galápagos, se consideran como invasoras a 25 ó 30, explica Danny Rueda, director de Ecosistemas del Parque. Y de estas, en Santa Cruz enfocan sus esfuerzos en vigilar a la mora, guayaba, cedrela y cascarilla. La primera de frutos rojos y la más visible es considerada como una plaga, por invadir el agro (11 000 hectáreas) y las áreas del parque (entre 7 000 y 8 000 hectáreas), como el sector de Los Gemelos. Si bien hoy se la corta con motoguadañas y machete, vuelve a crecer, a los seis meses da fruto y la semilla puede durar en el suelo hasta 10 años. Para los agricultores es un dolor de cabeza, pues exterminarla es muy caro: retirar 1 hectárea puede costar USD 1 000. La única alternativa es el control biológico, por lo que en el 2009 comenzó el estudio; toma alrededor de una década hasta que se empiecen a hacer las pruebas. En la reserva de El Chato, una zona de reproducción de tortugas gigantes en estado natural, la cedrela -una especie maderable- ha alterado las rutas por donde transitan los quelonios en busca de alimento y apareamiento. En el momento está controlada en un 80%. En el cerro Crocker está la colonia más grande de Petrel de pata pegada, que anida cada año con la misma hembra y en el mismo nido. Su enemigo es la cascarilla, que destruye los nidos. Según Rueda, ahora un 90% de la zona está limpia y la colonia está estable. En este sitio también hay problema por las ratas café y negra, que se comen los huevos y los pichones. Esto demanda un cinturón de control de roedores permanente, con veneno y trampas. «No estamos erradicando los roedores sino manteniéndolos en poblaciones bajas», añade. Ahí existen más de 670 nidos de petreles. A la cedrela y a la cascarilla se les corta en la base, se coloca un herbicida para que mueran en pie y así evitar que se vire el tronco y mate a otras 50 especies nativas. Luego que mueren se reemplazan con las plántulas que salen del vivero y estas a su vez se reproducen naturalmente. Otras dos islas afectadas En la isla Isabela hay un bosque de 30 000 a 35 000 hectáreas de guayaba, cuya erradicación no se ha empezado por los altos costos y el difícil acceso. Esta fruta se convirtió en alimento para las tortugas, cuya semilla al pasar por su tracto estomacal hace que se vuelva más viable y fértil cuando sale. Junto con el ganado, son los dispersores de la guayaba. En cada uno de los cinco volcanes que conforman esta isla habita un tipo de tortuga. En la isla San Cristóbal, debido a las quebradas de agua dulce que hay las especies invasoras tienen más potencial de dispersarse. En esta isla prevalecen la pomarrosa y la mora, que están en todos los predios; muy pocos se han librado de su incidencia. Al igual que en Santa Cruz, en Cristóbal e Isabela se busca erradicar a las invasoras a través de los centros de producción de especies nativas y endémicas y así lograr zonas prístinas como Genovesa, en donde no hay una sola especie introducida… Ratas, ranas, caracoles, moscas aún son problema La preservación de las tortugas de las islas Pinzón y Santiago es una prioridad. En el centro de crianza de tortugas para la reproducción en cautiverio de Santa Cruz se las observa desde su etapa de incubación hasta la madurez. En esta última fase alcanzan 23 cm de largo curvo y sus caparazones están listos para afrontar las inclemencias naturales de su hábitat. En Pinzón, los huevos y las tortugas bebés estaban siendo atacadas por las ratas, por lo que se realizó una desratización en toda la isla durante el año pasado. En Santiago, su depredador natural es el gavilán, pero obviamente al no poder exterminarlo, es preferible que los huevos o los galapaguitos bebés se desarrollen en cautiverio. En estos centros asistidos se busca la reproducción, en mayor medida, de las hembras, pues un macho se puede aparear con cinco o seis hembras (requieren que la incubación esté a una temperatura de 29,5 grados). En estos centros, que también se han replicado en otras islas, se busca que las tortugas vivan como si estuvieran en su estado natural, de ahí que solo comen tres veces por semana y se les racionaliza el agua. «Cuando cumplen los 5 años y son llevadas a su estado natural sabrán que la búsqueda de alimento no es cosa fácil», explica Freddy Villalba, encargado de este centro, en donde actualmente crecen 1 320 quelonios de distintas especies. Con la desratización realizada en Pinzón también se ha logrado proteger a los gavilanes, que en este año durante el monitoreo ya se ve que están reproduciéndose naturalmente; también se observan pichones de la paloma tierrera de Galápagos. Una especie de lagartija, que solo hay en esta isla, empezó a comportarse diferente, ya no permanece oculta tanto tiempo como antes. Este y el próximo año se mantendrá a Pinzón monitoreada y se prevé que la siguiente isla en ser desratizada sea Floreana, la cual tiene centros poblados. Otros animales invasores que se reproducen por cientos o quizás miles, y se requiere intervención, son el caracol africano y la mosca de la fruta. Junto con la Agencia de Bioseguridad (antes Agrocalidad) se desarrollan programas pero su exterminio total aún es un desafío. Solo en un día se han capturado 1 500 caracoles y la mosca se reproduce cada ocho días, explica Danny Rueda, director de Ecosistemas. Las ranas que solo estaban en Isabela, en los humedales, ahora se han extendido a Santa Cruz. Las estrategias de exterminio no han funcionado, por lo que se están diseñando nuevas, y con un agravante, a escala mundial no se conocen experiencias exitosas. La garza boyera y los garrapateros son otros que causan malestar por estar presentes en los basurales y su eliminación con pistolas de aire se debe hacer en la noche o madrugada, cuando se les encuentra dormidos o distraídos. Una especie que ha sido reducida en gran medida es la cabra.

Al ingresar en el vivero del Parque Nacional Galápagos, en Santa Cruz, una fría brisa mantiene a cada planta dispuesta, una detrás de otra, en una danza constante. Las más diversas tonalidades de verde se exhiben en hojas y tallos de toda clase de formas, tamaños y texturas. Cada especie es única, por eso se busca que sigan siendo endémicas o nativas de Galápagos. Su producción es masiva para cubrir la demanda en zonas agrícolas y áreas atacadas por especies introducidas. A partir del 2010 se han replantado 110 000 plántulas de varias especies, dice Rafael Chango, especialista botánico. Las plántulas se producen de acuerdo con el tipo de zona que será restaurada (ver infografía). Por ejemplo, alrededor de este vivero, en la parte alta de la isla, ya se han reforestado 60 de las 100 hectáreas que estaban infestadas de pasto, mora, guayaba, sauco, cedrela y cítricos. Estas fueron reemplazadas por scalesia pedunculata, guayabillo, matazarno, uña de gato y otras, propias de la zona. La scalesia se produce más por su rápido crecimiento; en dos años se levanta hasta 5 metros. El guayabillo, en cambio, al año y dos meses apenas llega a 15 cm. Pero a ambas se las lleva a las zonas húmedas o de transición cuando han crecido de 25 a 30 cm. De las 790 especies introducidas que hay en Galápagos, se consideran como invasoras a 25 ó 30, explica Danny Rueda, director de Ecosistemas del Parque. Y de estas, en Santa Cruz enfocan sus esfuerzos en vigilar a la mora, guayaba, cedrela y cascarilla. La primera de frutos rojos y la más visible es considerada como una plaga, por invadir el agro (11 000 hectáreas) y las áreas del parque (entre 7 000 y 8 000 hectáreas), como el sector de Los Gemelos. Si bien hoy se la corta con motoguadañas y machete, vuelve a crecer, a los seis meses da fruto y la semilla puede durar en el suelo hasta 10 años. Para los agricultores es un dolor de cabeza, pues exterminarla es muy caro: retirar 1 hectárea puede costar USD 1 000. La única alternativa es el control biológico, por lo que en el 2009 comenzó el estudio; toma alrededor de una década hasta que se empiecen a hacer las pruebas. En la reserva de El Chato, una zona de reproducción de tortugas gigantes en estado natural, la cedrela -una especie maderable- ha alterado las rutas por donde transitan los quelonios en busca de alimento y apareamiento. En el momento está controlada en un 80%. En el cerro Crocker está la colonia más grande de Petrel de pata pegada, que anida cada año con la misma hembra y en el mismo nido. Su enemigo es la cascarilla, que destruye los nidos. Según Rueda, ahora un 90% de la zona está limpia y la colonia está estable. En este sitio también hay problema por las ratas café y negra, que se comen los huevos y los pichones. Esto demanda un cinturón de control de roedores permanente, con veneno y trampas. «No estamos erradicando los roedores sino manteniéndolos en poblaciones bajas», añade. Ahí existen más de 670 nidos de petreles. A la cedrela y a la cascarilla se les corta en la base, se coloca un herbicida para que mueran en pie y así evitar que se vire el tronco y mate a otras 50 especies nativas. Luego que mueren se reemplazan con las plántulas que salen del vivero y estas a su vez se reproducen naturalmente. Otras dos islas afectadas En la isla Isabela hay un bosque de 30 000 a 35 000 hectáreas de guayaba, cuya erradicación no se ha empezado por los altos costos y el difícil acceso. Esta fruta se convirtió en alimento para las tortugas, cuya semilla al pasar por su tracto estomacal hace que se vuelva más viable y fértil cuando sale. Junto con el ganado, son los dispersores de la guayaba. En cada uno de los cinco volcanes que conforman esta isla habita un tipo de tortuga. En la isla San Cristóbal, debido a las quebradas de agua dulce que hay las especies invasoras tienen más potencial de dispersarse. En esta isla prevalecen la pomarrosa y la mora, que están en todos los predios; muy pocos se han librado de su incidencia. Al igual que en Santa Cruz, en Cristóbal e Isabela se busca erradicar a las invasoras a través de los centros de producción de especies nativas y endémicas y así lograr zonas prístinas como Genovesa, en donde no hay una sola especie introducida… Ratas, ranas, caracoles, moscas aún son problema La preservación de las tortugas de las islas Pinzón y Santiago es una prioridad. En el centro de crianza de tortugas para la reproducción en cautiverio de Santa Cruz se las observa desde su etapa de incubación hasta la madurez. En esta última fase alcanzan 23 cm de largo curvo y sus caparazones están listos para afrontar las inclemencias naturales de su hábitat. En Pinzón, los huevos y las tortugas bebés estaban siendo atacadas por las ratas, por lo que se realizó una desratización en toda la isla durante el año pasado. En Santiago, su depredador natural es el gavilán, pero obviamente al no poder exterminarlo, es preferible que los huevos o los galapaguitos bebés se desarrollen en cautiverio. En estos centros asistidos se busca la reproducción, en mayor medida, de las hembras, pues un macho se puede aparear con cinco o seis hembras (requieren que la incubación esté a una temperatura de 29,5 grados). En estos centros, que también se han replicado en otras islas, se busca que las tortugas vivan como si estuvieran en su estado natural, de ahí que solo comen tres veces por semana y se les racionaliza el agua. «Cuando cumplen los 5 años y son llevadas a su estado natural sabrán que la búsqueda de alimento no es cosa fácil», explica Freddy Villalba, encargado de este centro, en donde actualmente crecen 1 320 quelonios de distintas especies. Con la desratización realizada en Pinzón también se ha logrado proteger a los gavilanes, que en este año durante el monitoreo ya se ve que están reproduciéndose naturalmente; también se observan pichones de la paloma tierrera de Galápagos. Una especie de lagartija, que solo hay en esta isla, empezó a comportarse diferente, ya no permanece oculta tanto tiempo como antes. Este y el próximo año se mantendrá a Pinzón monitoreada y se prevé que la siguiente isla en ser desratizada sea Floreana, la cual tiene centros poblados. Otros animales invasores que se reproducen por cientos o quizás miles, y se requiere intervención, son el caracol africano y la mosca de la fruta. Junto con la Agencia de Bioseguridad (antes Agrocalidad) se desarrollan programas pero su exterminio total aún es un desafío. Solo en un día se han capturado 1 500 caracoles y la mosca se reproduce cada ocho días, explica Danny Rueda, director de Ecosistemas. Las ranas que solo estaban en Isabela, en los humedales, ahora se han extendido a Santa Cruz. Las estrategias de exterminio no han funcionado, por lo que se están diseñando nuevas, y con un agravante, a escala mundial no se conocen experiencias exitosas. La garza boyera y los garrapateros son otros que causan malestar por estar presentes en los basurales y su eliminación con pistolas de aire se debe hacer en la noche o madrugada, cuando se les encuentra dormidos o distraídos. Una especie que ha sido reducida en gran medida es la cabra.Este contenido ha sido publicado originalmente por Diario EL COMERCIO en la siguiente dirección: http://www.elcomercio.com.ec/sociedad/Galapagos-especies-invasoras-lucha-conservacion_0_899910022.html. Si está pensando en hacer uso del mismo, por favor, cite la fuente y haga un enlace hacia la nota original de donde usted ha tomado este contenido. ElComercio.com

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