EL EXPRESO
Una canción de Pitbull suena en la potente grabadora, después de una publicidad oficial que dice producimos el mejor banano del mundo. Nada de eso distrae a Jaime Ramón. Tampoco al ‘Zorro’, ‘Gallina’, ‘ El Chancho’, La ‘Pava’. La jerga, la «gozadera» y el buen ánimo convierten a la empacadora en un zoológico.
Así es la vida en el campo. Y aunque «me cortaron la cosa, me cortaron la cosita», de Los Daulis, suene con fuerza, el riguroso proceso de empaque camina seguro por las manos de las ocho personas responsables de que 120 cajas semanales que se producen en esa finca de El Guabo (El Oro) lleguen con calidad a Europa.
Esa fruta debe soportar hasta un mes de viaje hasta acoderar en puertos de Europa, Asia o América. Y desde allí a los grandes centros de distribución mayorista y, luego, a los supermercados. Hasta los 57 países que hasta octubre compraron bananas ecuatorianas. Desde Chile hasta Sierra Leona, Macedonia o Kirguizistán.
La producción del más importante ítem del país empieza cuando sale el hijuelo. La fertilización, el control de la sigatoka negra, de insectos y otras enfermedades; el riego por aspersión; el enfunde, que empieza una vez que aparece la flor, y su monitoreo durante los tres meses siguientes son importantes. Pero de nada vale tener un producto si no hay un buen empaque: un descuido puede hacer que estos lleguen con insectos, maduros, manchados o dañados.
En lo que más énfasis pone la autoridad sanitaria, Sanibanano, es en el control de la cochinilla, pues si esta plaga llega en fruta ecuatoriana el país será sancionado por la nación receptora. Hay dos focos de monitoreo, las empacadoras y los muelles de Guayaquil y Puerto Bolívar.
Imelda Félix, de la Agencia de Control de Calidad del Agro Ecuatoriano (Agrocalidad), menciona que el trabajo no solo se enfoca en la cochinilla, sino en otras plagas, entre ellas la mosca de la fruta. Este control es rutinario.
Manuel Juela y Jaime Ramón trabajan en la misma finca. El uno es el dueño y el otro el administrador. Para ellos es vital que todo esté controlado, desde la colocación del sulfato amonio y de aluminio en la piscina para que el látex no manche los guineos, hasta el Tiabendazol, que no permite la pudrición de la corona (parte que une a las unidades).
«Este trío es necesario para que las bananas lleguen en buen estado y que no nos regresen nuestra fruta por reclamos en el exterior», resalta Ramón. Por eso su «zoológico» extrema las medidas y, aunque suene una de esas tecnocumbias que causan sensación en el campo, no se desconcentran cuando le sacan el aire y sellan a las fundas.
Las 120 cajas de 43 libras cada una deben salir perfectas, agrega Juela, que produce una pequeña parte de las 208,2 millones de cartones que Ecuador exportó hasta octubre y que generaron $ 1.502 millones.
La aspiradora le saca el aire y eso evita que se maduren los guineos. El proceso lo realizan los casi 7.000 bananeros, entre grandes y pequeños.
Gustavo Marún, productor de Los Ríos y presidente de Agrobán, dice que el esfuerzo de los bananeros es desmesuradamente grande y cada vez más costoso.
La hectárea tiene 1.450 plantas. Y desde que nace hasta se cosecha el racimo hay que ir 14 veces hasta cada una de las matas.
En los últimos tres o cuatro años los precios han sido bajos y eso ha generado que los agricultores no tengan capital suficiente para realizar controles sanitarios, riego, fertilización, drenaje, lo cual compromete la calidad.
A eso se agrega el gran peso de la mano de obra, que representa, según Marún, el 50% del costo total de producción. Cada vez que los salarios suben el 10% el gasto aumenta en 22 centavos por cada caja. Todo eso provocó que las exportaciones bajen en 29,7 millones de cartones, es decir, un 12,51%. Por eso, el último control de calidad, en la empacadora, es el más importante.
En El Guabo, ni On the floor de Jennifer López (JLo) y Pitbull que suena en la grabadora distrae a los muchachos que por decisión propia bautizaron al sitio como el zoológico.
Guillermo Lizarzaburo C. – lizarzaburug@granasa.com.ec – Guayaquil